Fragmento extraído del libro "Si una noche de invierno un viajero", de Italo Calvino
lunes, 29 de noviembre de 2010
XIV
"...Me refiero a eso cuando digo que quisiera remontar el curso del tiempo: querría cancelar las consecuencias de ciertos acontecimientos y restaurar una condición inicial. Pero cada momento de mi vida lleva aparejada una acumulación de hechos nuevos y cada uno de estos hechos nuevos lleva aparejadas sus consecuencias, de modo que cuanto más trato de volver al momento cero del que he partido, más me alejo de él: aun cuando todos mis actos tiendan a cancelar consecuencias de actos precedentes y consiga incluso obtener resultados apreciables en esta cancelación, capaces de abrir mi corazón a esperanzas de alivio inmediato, debo tener empero en cuenta de cada uno de mis movimientos para cancelar sucesos precedentes provoca una lluvia de nuevos sucesos que complican la situación peor que antes y que deberé tratar de cancelar a su vez. Debo pues calcular bien cada movimiento para obtener el máximo de cancelación con el mínimo de recomplicación."
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Si una noche de invierno un viajero
miércoles, 24 de noviembre de 2010
Te nombraré veces y veces
Te nombraré veces y veces.
me acostaré con vos noche y día.
Noches y días con vos.
Me ensuciaré cogiendo con tu sombra.
Te mostraré mi rabioso corazón.
Te pisaré loco de furia.
Te mataré los pedacitos.
Te mataré una con Paco.
Otro lo mato con Rodolfo.
Con Haroldo te mato un pedacito más.
Te mataré con mi hijo en la mano.
Y con el hijo de mi hijo muertito.
Voy a venir con Diana y te mataré.
Voy a venir con José y te mataré.
Te voy a matar derrota.
Nunca me faltará un rostro amado
para matarte otra vez.
Vivo o muerto un rostro amado
hasta que mueras
dolida como estás ya lo sé.
Te voy a matar yo
te voy a matar.
me acostaré con vos noche y día.
Noches y días con vos.
Me ensuciaré cogiendo con tu sombra.
Te mostraré mi rabioso corazón.
Te pisaré loco de furia.
Te mataré los pedacitos.
Te mataré una con Paco.
Otro lo mato con Rodolfo.
Con Haroldo te mato un pedacito más.
Te mataré con mi hijo en la mano.
Y con el hijo de mi hijo muertito.
Voy a venir con Diana y te mataré.
Voy a venir con José y te mataré.
Te voy a matar derrota.
Nunca me faltará un rostro amado
para matarte otra vez.
Vivo o muerto un rostro amado
hasta que mueras
dolida como estás ya lo sé.
Te voy a matar yo
te voy a matar.
Juan Gelman
martes, 23 de noviembre de 2010
XIII
"No es que esperes nada particular de este libro en particular. Eres alguien que por principio no espera ya nada de nada. Hay muchos, más jóvenes que tú y menos jóvenes, que viven a la espera de experiencias extraordinarias; de los libros, de las personas, de los viajes, de los acontecimientos, de lo que el mañana guarda en reserva. Tú no. Tú sabes que lo mejor que uno puede esperar es evitar lo peor. Esta es la conclusión a la que has llegado, tanto en la vida personal como en las cuestiones generales y hasta en las mundiales. ¿Y con los libros? Eso es, precisamente por lo que has excluido en cualquier otro terreno, crees que es justo concederte aún este placer juvenil de la expectativa en un sector bien circunscrito como el de los libros, donde te puede ir mal o ir bien, pero el riesgo de la desilusión no es grave."
Fragmento extraído del libro "Si una noche de invierno un viajero", de Italo Calvino.
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lunes, 22 de noviembre de 2010
Lo que pasa
Yo te entregué mi sangre, mis sonidos,
mis manos, mi cabeza,
y lo que es más, mi soledad, la gran señora,
como un día de mayo dulcísimo de otoño,
y lo que es más aún, todo mi olvido
para que lo deshagas y dures en la noche,
en la tormenta, en la desgracia,
y más aún, te di mi muerte,
veré subir tu rostro entre el oleaje de las sombras,
y aún no puedo abarcarte, sigues creciendo
como un fuego,
y me destruyes, me construyes, eres oscura como la luz.
mis manos, mi cabeza,
y lo que es más, mi soledad, la gran señora,
como un día de mayo dulcísimo de otoño,
y lo que es más aún, todo mi olvido
para que lo deshagas y dures en la noche,
en la tormenta, en la desgracia,
y más aún, te di mi muerte,
veré subir tu rostro entre el oleaje de las sombras,
y aún no puedo abarcarte, sigues creciendo
como un fuego,
y me destruyes, me construyes, eres oscura como la luz.
Juan Gelman
martes, 16 de noviembre de 2010
El discípulo
Aquel que tiene un Evangelio
que predicar a la Humanidad,
aunque lo sirva plenamente,
con el cuerpo, el alma y la inteligencia,
aunque por él
todos los días vaya al Calvario,
tendrá un Discípulo
que hará vana su labor.
Aquel que tiene un Evangelio
para que el mundo entero lo herede,
aunque lo grabe en el acero,
aunque lo esculpa en la piedra
para que nadie lo interprete mal
en los días venideros,
tendrá un Discípulo
que lo interpretará de mil maneras.
Es su Discípulo
(antes de que Sus huesos se hagan polvo)
quien cambiará los Mandamientos,
dividirá la Fe,
multiplicará los distingos,
racionalizará la Plegaria,
afirmando que el Maestro
hubiera hecho lo mismo.
Es su Discípulo
quien nos dirá
lo que el Maestro habría borrado
si viviera todavía,
lo que habría modificado
de lo que en otros tiempos dijo.
Es su Discípulo
quien hará esto y más
Aquel que tiene un Evangelio
por el cual se gana el Cielo
(Carpintero, o Camellero,
o soñador hijo de Maya),
será atravesado por muchas espadas
que mezclarán Su sangre con hiel;
¡pero de su propio Discípulo
recibirá la herida más honda!
Ruyard Kipling (traducción de José Bianco)
domingo, 14 de noviembre de 2010
Los gatos más grandes
Los gatos más grandes con ojos dorados
Miran afuera entre los barrotes.
Hay desiertos y diferentes cielos
y noches con diferentes estrellas.
Rondan por las montañas aromáticas;
Con igual ferocidad matan y se acoplan
Y mantienen libre la voluntad
Para vagar, vivir y beber hasta saciarse;
Pero más allá de su entendimiento
Esto sé yo:
El hombre quiere un poco y morirá por mucho tiempo.
Estas especies a través del desierto moran
Donde los tulipanes florecen entre piedras,
Ignorando que sufrirán cambios
O que los buitres picotearán sus huesos.
La fuerza es eterna para ellos,
Gobiernan el terror de la noche,
Cazan el ciervo en su fuga
Y con arrogancia hieren;
Pero yo soy sabia sí ellos son fuertes:
El amor de los hombres es transitorio como es larga la muerte.
Mas ¡qué poder de engaño!
Mi entendimiento se ha transformado en esperanza,
En este instante creo
En el amor y me burlo de la muerte.
Vine de ninguna parte y seré
fuerte, inmutable, rápida eternamente.
Soy un león, una piedra, un árbol,
Y como la estrella Polar en mí
Está clavado mi constante corazón en ti.
Ah, quede yo para siempre ciega
Con leones, tigres, leopardos y sus semejantes.
Miran afuera entre los barrotes.
Hay desiertos y diferentes cielos
y noches con diferentes estrellas.
Rondan por las montañas aromáticas;
Con igual ferocidad matan y se acoplan
Y mantienen libre la voluntad
Para vagar, vivir y beber hasta saciarse;
Pero más allá de su entendimiento
Esto sé yo:
El hombre quiere un poco y morirá por mucho tiempo.
Estas especies a través del desierto moran
Donde los tulipanes florecen entre piedras,
Ignorando que sufrirán cambios
O que los buitres picotearán sus huesos.
La fuerza es eterna para ellos,
Gobiernan el terror de la noche,
Cazan el ciervo en su fuga
Y con arrogancia hieren;
Pero yo soy sabia sí ellos son fuertes:
El amor de los hombres es transitorio como es larga la muerte.
Mas ¡qué poder de engaño!
Mi entendimiento se ha transformado en esperanza,
En este instante creo
En el amor y me burlo de la muerte.
Vine de ninguna parte y seré
fuerte, inmutable, rápida eternamente.
Soy un león, una piedra, un árbol,
Y como la estrella Polar en mí
Está clavado mi constante corazón en ti.
Ah, quede yo para siempre ciega
Con leones, tigres, leopardos y sus semejantes.
Traducción de Virginia Ocampo, este poema apareció en la revista Sur en el año 1947
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The Greater Cats
The greater cats with golden eyes
Stare out between the bars.
Deserts are there, and the different skies,
And night with different stars.
They prowl the aromatic hill,
And mate as fiercely as they kill,
To roam, to live, to drink their fill;
But this beyond their wit know I:
Man loves a little, and for long shall die.
Their kind across the desert range
Where tulips spring from stones,
Not knowing they will suffer change
Or vultures pick their bones.
Their strength's eternal in their sight,
They overtake the deer in flight,
And in their arrogance they smite;
But I am sage, if they are strong:
Man's love is transient as his death is long.
Yet oh what powers to deceive!
My wit is turned to faith,
And at this moment I believe
In love, and scout at death.
I came from nowhere, and shall be
Strong, steadfast, swift, eternally:
I am a lion, a stone, a tree,
And as the Polar star in me
Is fixed my constant heart on thee.
Ah, may I stay forever blind
With lions, tigers, leopards, and their kind.
Stare out between the bars.
Deserts are there, and the different skies,
And night with different stars.
They prowl the aromatic hill,
And mate as fiercely as they kill,
To roam, to live, to drink their fill;
But this beyond their wit know I:
Man loves a little, and for long shall die.
Their kind across the desert range
Where tulips spring from stones,
Not knowing they will suffer change
Or vultures pick their bones.
Their strength's eternal in their sight,
They overtake the deer in flight,
And in their arrogance they smite;
But I am sage, if they are strong:
Man's love is transient as his death is long.
Yet oh what powers to deceive!
My wit is turned to faith,
And at this moment I believe
In love, and scout at death.
I came from nowhere, and shall be
Strong, steadfast, swift, eternally:
I am a lion, a stone, a tree,
And as the Polar star in me
Is fixed my constant heart on thee.
Ah, may I stay forever blind
With lions, tigers, leopards, and their kind.
Victoria Sackville-West
martes, 9 de noviembre de 2010
Triste o buena
Amar sin nadie/ vaya cosa triste
sin nada que abrazar
ni Eva que nos abrace
buscar en la memoria de la piel
la boca la cintura la lujuria ganada
las suaves nalgas tibias
y sólo hallar respuestas de fantasmas
los desaparecidos no aparecen
las voces de los árboles se apagan
quedan escombros de caricias
y con pudor nos preguntamos
¿por qué decimos tantas veces corazón?
¿será el único amigo que nos queda?
¿o será el refugio de los que queremos?
amar con alguien/ vaya cosa buena.
Mario Benedetti
lunes, 8 de noviembre de 2010
Capítulo 68
Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso
y caían en hidromurias, en salvajes
ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él
procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un
grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara
al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se
espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo,
hasta quedar tendido como el trimalciato de
ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de
cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio,
porque en un momento dado ella se tordulaba los
hurgalios, consintiendo en que él aproximara
suavemente su orfelunios. Apenas se entreplumaban,
algo como un ulucordio los encrestoriaba, los
extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, las
esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante
embocapluvia del orgumio, los esproemios del
merpasmo en una sobrehumítica agopausa.
¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentía
balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se
vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un
profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en
carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.
Julio Cortázar, extraído del libro "Rayuela"
y caían en hidromurias, en salvajes
ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él
procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un
grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara
al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se
espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo,
hasta quedar tendido como el trimalciato de
ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de
cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio,
porque en un momento dado ella se tordulaba los
hurgalios, consintiendo en que él aproximara
suavemente su orfelunios. Apenas se entreplumaban,
algo como un ulucordio los encrestoriaba, los
extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, las
esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante
embocapluvia del orgumio, los esproemios del
merpasmo en una sobrehumítica agopausa.
¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentía
balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se
vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un
profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en
carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.
Julio Cortázar, extraído del libro "Rayuela"
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