martes, 2 de octubre de 2012

No soy quien escucha...

No soy quien escucha
ese trote llovido que atraviesa mis venas.

No soy quien se pasa la lengua entre los labios,
al sentir que la boca se me llena de arena.

No soy quien espera,
enredado en mis nervios,
que las horas me acerquen el alivio del sueño,
ni el que está con mis manos, de yeso enloquecido,
mirando, entre mis huesos, las áridas paredes.


No soy yo quien escribe estas palabras huérfanas.


Oliverio Girondo.






martes, 25 de septiembre de 2012

Presencia del otoño

Debí decir te amo.


Pero estaba el otoño haciendo señas,

clavándome sus puertas en el alma.



Amada, tú, recíbelo.

Vete por él, transporta tu dulzura

por su dulzura madre.

Vete por él, por él, otoño duro,

otoño suave en quien reclino mi aire.



Vete por él, amada.

No soy yo el que te ama este minuto.

Es él en mí, su invento.

Un lento asesinato de ternura.


Juan Gelman

sábado, 15 de septiembre de 2012

XXX

Quién pudiera agarrarte por la cola
magiafantasmanieblapoesía!
¡Acostarse cotigo una vez sola
y después enterrar esa manía!
¡Quién pudiera agarrarte por la cola!
Juan Gelman.

sábado, 18 de agosto de 2012

Ausencia de amor

Cómo será pregunto.
Cómo será tocarte a mi costado.
Ando loco por el aire
que ando que no ando.

Cómo será acostarme
en tu país de pechos tan lejano.
Ando de pobre Cristo a tu recuerdo
clavado, reclavado.

Será ya como sea.
Tal vez me estalle el cuerpo todo lo que he esperado.
Me comerás entonces dulcemente pedazo por pedazo.

Seré lo que debiera.
Tu pie. Tu mano.


Juan Gelman.

domingo, 29 de julio de 2012

Poco se sabe

Yo no sabía que
no tenerte podía ser dulce como
nombrarte para que vengas aunque
no vengas y no haya sino
tu ausencia tan
dura como el golpe que
me di en la cara pensando en vos,




Juan Gelman.

jueves, 26 de julio de 2012

XXIX


"I'll say there's a body (where there isn't one). I won't say there's a mind (where there isn't one). That at least is true. I'll say there's a place (where there isn't one) for the body: for it to be in and move in, and to move out of and move back into again. No: the body doesn't move out or move back. It stays in, it stays on in - unmoving.


All of old. Nothing else ever. Ever tried. Ever failed. No matter. Try again. Fail again. Fail better."




Samuel Beckett, fragmento de "Worstward Ho"

lunes, 23 de julio de 2012

El que se llora

Un día de Noviembre que amaneció lloviendo me desperté después que aclaró. Se oía el rumor del agua, complejo y monótono-¡cuántas veces se dicho lo mismo sobre la lluvia! Por las celosías entraba en el dormitorio una luz verdosa. Me quedé tirado en la cama, con los ojos abiertos, mirando la penumbra que era cada vez más débil pero que se espesaba cerca del cielorraso. Un sueño que acababa de tener permanecía en mi mente, obstinado, un sueño en el que había visto a mi tío Pedro, hermano de mi madre que trabajó mucho tiempo en la usina y que después se independizó y compró una panadería. Mi tío había muerto el mes antes. En el sueño aparecía llorando su propia muerte.
Los sueños me dan miedo, y sueño mucho. ¿Tengo miedo de lo que sueño o simplemente tengo miedo porque sueño? Me sentí triste esa mañana pensando en mi tío Pedro que vino a morirse justo cuando la panadería empezaba a andar bien pero después –afortunadamente- la curiosidad venció a la tristeza y medité sobre el significado del sueño hasta cerca de las nueve. Durante todo el tiempo llovió sin parar y el ruido de la lluvia me mantuvo como adormecido, así que ahora no se bien si por momentos no me puse a soñar el sentido de lo que había soñado. Una chica amiga, maestra de escuela que después se casó con un profesor de matemáticas y se fue a vivir al Perú, me contó que ella siempre soñaba que lloraba frente a su propio cajón. Que se miraba muerta y lloraba. ¿Qué lloramos de nosotros mismos cuando nos lloramos en sueños? Lo sabe únicamente el que se llora. Buscar en esa fuente de llanto es un trabajo difícil y la mirada tranquila de la curiosidad no alcanza a ver tan hondo. Para ver el dolor, tenemos que estar en él. Pero lo que sorprende todavía más es que el que se llora, el que ve su cadáver o se conduele de su propia muerte, está parado en un punto tan singular de la gran llanura de la pena que su llanto es al mismo tiempo recuerdo y anticipación. En las grandes llanuras el horizonte es siempre circular, idéntico, vacío y monótono.


Relato extraído del libro "La mayor", de Juan José Saer.

jueves, 17 de mayo de 2012

XXVIII

"...Y la indignación se difundió. La buena salud resultó más contagiosa que las pestes, y las voces de los indignados atravesaron las fronteras dibujadas en los mapas..."



Fragmento del libro "Los hijos de los días", de Eduardo Galeano.

jueves, 3 de mayo de 2012

Continuidad de los parques




Cuento de Julio Cortázar, leído por él mismo... a disfrutar!

sábado, 28 de abril de 2012

Todo es muy simple

Todo es muy simple mucho
más simple y sin embargo
aún así hay momentos
en que es demasiado para mí
en que no entiendo
y no sé si reírme a carcajadas
o si llorar de miedo
o estarme aquí sin llanto
sin risas
en silencio
asumiendo mi vida
mi tránsito
mi tiempo.


poema de Idea Vilariño.

martes, 3 de abril de 2012

XXVII


"...Una semana más tarde, el chico sale al patio. Alza en brazos a la gata gris y se apresura, titubeando todavía, a visitar a su amigo Martinito. Su estupor y su desconsuelo corren por la casa, al advertir la ausencia del hombrecito y que hay un hueco en el lugar del azulejo extraño. Madre y tías, criadas y cocinera, se consultan inútilmente. Nadie sabe nada. Revolucionan las habitaciones, en pos de un indicio, sin hallarlo. Daniel llora sin cesar. Se aproxima al brocal del aljibe, llorando, llorando, y logra encaramarse y asomarse a su interior. Allá dentro todo es una fresca sombra y ni siquiera se distingue a la tortuga, de modo que menos aun se ven los fragmentos del azulejo que en el fondo descansan. Lo único que el pozo le ofrece es su propia imagen, reflejada en un espejo oscuro, la imagen de un niño que llora.
   El tiempo camina, remolón, y Daniel no olvida al hombrecito. Un dia vienen a Ia casa dos hombres con baldes, cepillos y escobas. Son los encargados de limpiar el pozo, y como en cada oportunidad en que cumplen su tarea, ese es día de fiesta para las pardas, a quienes deslumbra el ajetreo de los mulatos cantores que, semidesnudos, bajan a la cavidad profunda y se están ahí largo espacio, baldeando y fregando. Los muchachos de la cuadra acuden. Saben que verán a la tortuga, quien sólo entonces aparece por el patio, pesadota, perdida como un anacoreta a quien de pronto trasladaran a un palacio de losas en ajedrez. Y Daniel es el más entusiasmado, pero aIgo enturbia su alegría, pues hoy no le será dado, como el año anterior, presentar la tortuga a Martinito. En eso cavila hasta que, repentinamente, uno de los hombres grita, desde la hondura, con voz de caverna:
   ­¡Ahí va algo, abarájenlo!
   Y el chico recibe en las manos tendidas el azulejo intacto, con su hombrecito en el medio; intacto, porque si un enano francés estampado en una cerámica puede burlar a la Muerte, es justo que también puedan burlarla las lágrimas de un niño."


Fragmento del cuento "El hombrecito del azulejo", de Manuel Mujica Lainez

domingo, 25 de marzo de 2012

Burocracia/ 1


En tiempos de la dictadura militar, a mediados de 1973, un preso político uruguayo, Juan José Noueched, sufrió una sanción de cinco días: cinco días sin visitas ni recreo, cinco días sin nada, por violación del reglamento. Desde el punto de vista del capitán que le aplicó la sanción, el reglamento no dejaba lugar a dudas. El reglamento establecía claramente que los presos debían caminar en fila y con ambas manos en la espalda. Noueched había sido castigado por poner una sola mano en la espalda.
Noueched era manco.

Había caído preso en dos etapas. Primero había caído su brazo. Después, él. El brazo cayó en Montevideo. Noueched venía escapando a todo correr cuando el policía que lo perseguía alcanzó a pegarle un manotón, le gritó: ¡Dése preso! y se quedó con el brazo en la mano. El resto de Noueched cayó un año y medio después, en Paysandú.

En la carcel, Noueched quiso recuperar su brazo perdido:

-Haga una solicitud- Le dijeron.

Él explicó que no tenía lápiz:

-Haga una solicitud de lápiz- Le dijeron.

Entonces tuvo lápiz, pero no tenía papel:

-Haga una solicitud de papel- le dijeron.

Cuando por fin tuvo lápiz y papel, formuló su solicitud de brazo.
Al tiempo, le contestaron. Que no, no se podía: el brazo estaba en otro expediente. A él lo había procesado la justicia militar. Al brazo, la justicia civil.



Extraído de "El libro de los abrazos". Eduardo Galeano

viernes, 17 de febrero de 2012

XXVI

¿Cómo empieza un cuento? ¿Por medio de alguna frase en particular, alguna imagen?
En mi caso los cuentos y las novelas pueden empezar por cualquier parte. En cuanto a la escritura misma, cuando empiezo a escribir la historia ya ha estado dando vueltas a mi alrededor mucho tiempo, a veces durante semanas. Pero no de una manera clara, es tan sólo una idea general de la historia. Tal vez esa casa que tiene una planta roja en un rincón, y se que hay un viejo que camina en esa casa. Eso es todo lo que sé. Así ocurre. Y después están los sueños. Durante este periodo de gestación mis sueños están colmados de referencias y alusiones a lo que va a ocurrir en el relato. A veces todo el cuento es un sueño. Uno de mis primeros cuentos, y de los más populares, "Casa tomada", es una pesadilla que tuve. Me levanté inmediatamente, y la escribí. Pero en general, lo que surge del sueño son fragmentos de referencias. Es decir, mi subconsciente está en el medio del proceso de elaborar un relato... mientras sueño, el relato se escribe allí adentro. Entonces cuando digo que empiezo por cualquier parte, es porque en ese punto no sé cual será el principio y cuál el fin. Cuando empiezo a escribir, ése es el principio. No he decidido que el relato deba empezar de ese modo, simplemente empieza allí y continúa, y con frecuencia no tengo una idea clara del final... no sé qué es lo que va a ocurrir. Es sólo gradualmente, a medida que el relato avanza, que las cosas se van aclarando, y abruptamente veo el final.

¿Entonces usted descubre la historia mientras la está escribiendo?
Así es. Es como la improvisación en el jazz. Uno no le pregunta a un músico de jazz: "¿Pero qué va a tocar?". Él se reirá de esa pregunta. Tiene un tema, una serie de armonías que debe respetar, y entonces toma su trompeta o su saxofón y empieza. No es una cuestión de idea. Interpreta recorriendo toda una serie de diferentes pulsaciones internas. A veces sale bien, a veces no. Lo mismo me ocurre a mí. A veces me resulta embarazoso firmar mis cuentos. Las novelas no, porque en las novelas trabajo mucho, hay en ellas toda una arquitectura. Pero con los cuentos es como si me los dictara algo que hay en mí, pero no soy yo el responsable. Bien, pero como parece que aún son míos, supongo que debo aceptarlos.



Fragmento de una entrevista a Julio Cortázar, extraída del libro "Confesiones de escritores, los reportajes de The Paris review"

jueves, 2 de febrero de 2012

Muchas maneras de morir


Hay muchas maneras de morir.
Pueden meterte un cuchillo en el vientre.
Quitarte el pan.
No curarte de una enfermedad.
Meterte en una mala vivienda.
Empujarte hasta el suicidio.
Torturarte hasta la muerte por medio del trabajo.
Llevarte a la guerra, etc...
Sólo pocas de estas cosas están prohibidas en nuestra ciudad.

Bertold Brecht.

jueves, 26 de enero de 2012

XXV


Si para recobrar lo recobrado
debí perder primero lo perdido,
si para conseguir lo conseguido
tuve que soportar lo soportado,

si para estar ahora enamorado
fue menester haber estado herido,
tengo por bien sufrido lo sufrido,
tengo por bien llorado lo llorado.

Porque después de todo he comprobado
que no se goza bien de lo gozado
sino después de haberlo padecido.

Porque después de todo he comprendido
por lo que el árbol tiene de florido
vive de lo que tiene sepultado.


Francisco Luis Bernárdez.

viernes, 6 de enero de 2012

Defensa de la palabra


Uno escribe a partir de la necesidad de comunicación y de comunicación con los demás, para denunciar lo que duele y compartir lo que da alegría.


Uno escribe para combatir la propia soledad y la soledad de los otros.


Uno supone que la literatura transmite conocimiento y actúa sobre el lenguaje y la conducta de quien la recibe; que nos ayuda a conocernos mejor para salvarnos juntos. Pero “los demás” y “los otros” son términos demasiado vagos; y en tiempos de crisis, tiempos de definición la ambigüedad puede parecerse demasiado a la mentira. [...]


Uno escribe para despistar a la muerte y estrangular los fantasmas que por dentro lo acosan; pero lo que uno escribe puede ser históricamente útil sólo cuando de alguna manera coincide con la necesidad colectiva de conquistar la identidad. Esto, creo, quisiera uno: que al decir: “Así soy” y ofrecerse, el escritor pudiera ayudar a muchos a tomar conciencia de lo que son.  [...]


Creo en mi oficio, creo en mi instrumento…La palabra es un arma, y puede ser usada para bien o para mal: la culpa del crimen nunca es el cuchillo.


Creo que una función primordial de la literatura latinoamericana actual consiste en rescatar la palabra, usada y abusada con impunidad y frecuencia para impedir o traicionar la comunicación. [...]



Fragmento del artículo de Eduardo Galeano.