lunes, 4 de abril de 2016

LIII

Lo injusto de enamorarse es no saber lo que le pasa al otro. Es difícil de explicar, pero se parece mucho a esperar el bondi en una esquina donde no sabés si hay parada. Y ahí estás vos, solo, muerto de frío, con los brazos cruzados y los ojos fijos en la calle que baja hasta el centro. Y ves el colectivo a quince cuadras y te ponés contento, pero al mismo tiempo te preocupa estar en la esquina equivocada. Y el colectivo está a diez cuadras y tratás de encontrar algún indicio de que estás esperando en el lugar correcto. Ocho cuadras. A ver si no parará más allá. Cinco. Dos. Levantás el brazo, estás jugado. Todo parece indicar que estás parado en el lugar que corresponde, pero todavía te incomoda esa amarga ficción en la que ves pasar el colectivo, ignorándote, mientras todavía tenés el brazo levantado y esa cara de imbécil.
Bondi, Juan Solá. (Microalmas)