viernes, 25 de junio de 2010

El reloj

Reloj! Dios espantoso, siniestro e impasible,

Cuyo dedo amenaza, diciéndonos "¡recuerda!"

Los vibrantes dolores en tu asustado pecho,

Como en una diana pronto se clavarán;

El placer vaporoso huirá hacia el horizonte

Como escapa una sílfide detrás del bastidor;

Arranca cada instante un trozo de delicia

Concedida a los hombres en su época mejor.

Tres mil seiscientas veces cada hora, el Segundo

Susurra "¡Acuérdate!" -Con voz vertiginosa

De insecto, Ahora dice: "¡Heme otra vez aquí

Ya succioné tu vida con mi trompa asquerosa!"

¡Remember! ¡Esto memor! ¡Pródigo, Acuérdate!

(Mi garganta metálica toda lengua conoce)

Ganga son los minutos, ¡oh, alocado mortal!

Y no hay que abandonarlos sin extraer su oro.

Acuérdate: es el tiempo un tenaz jugador

Que sin trampas te vence en cada envite. Es ley.

Decrece el día, la noche se aproxima; ¡recuerda!

Es voraz el abismo, se vacía la clepsidra.

Pronto sonará la hora en que el divino Azar,

O la augusta Virtud, tu aún intacta esposa,

O el arrepentimiento (¡Oh, esa posada última!)

Todo te dirá "¡Es tarde! ¡Muere, viejo cobarde!"


Charles Baudelaire, extraído del libro “las flores del mal”


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