"El Hombre extraordinario tiene derecho, no oficialmente, sino por sí mismo a autorizar a su conciencia a franquear ciertos obstáculos, en el caso de exigirlo así la realidad de su idea, que en ocasiones puede ser útil a todo el género humano. A mi manera de ver, si los inventos de Kepler y Newton, a consecuencia de determinadas circunstancias, no hubieran podido darse a conocer más que por el sacrificio de una, de diez, de cientos, o de un número mayor de vidas que hubiesen constituido un obstáculo para tales descubrimientos. Newton habría tenido derecho, más aún, habría tenido la obligación de suprimir esos diez o esos cien hombres para que su descubrimiento llegaran al conocimiento del mundo."
Fragmento de la novela "Crimen y castigo", de Fiodor Dostoievski
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