"El señor Dickens miraba los pliegues de la capa donde Poe ocultaba las manos. Poe, sonriendo, sacó un gato negro.
-Para uno de los visitantes.
-¿Y para los otros?
Poe sonrió otra vez, complacido.
-¿El enterramiento prematuro?
-Es usted un hombre siniestro señor Poe."
Fragmento del cuento "Los desterrados", de Ray Bradbury.
miércoles, 6 de febrero de 2013
A veces te contemplo en una rama...
A veces te contemplo en una rama,
en una forma, a veces horrorosa,
en la noche, en el barro, en cualquier cosa,
mi corazón entero arde en tu llama.
Y sé que el cielo entre tus labios me ama,
que el aire forma tu perfil de diosa
de oro y de piedra, sola y orgullosa,
que nadie existirá si no te llama.
Entre tus manos quedaré indefensa,
no viviré si no es para buscarte
y cruzaré el dolor para adorarte,
pues siempre me darás tu recompensa,
que es mucho más de lo que te he pedido
y casi todo lo que habré querido.
Silvina Ocampo.
en una forma, a veces horrorosa,
en la noche, en el barro, en cualquier cosa,
mi corazón entero arde en tu llama.
Y sé que el cielo entre tus labios me ama,
que el aire forma tu perfil de diosa
de oro y de piedra, sola y orgullosa,
que nadie existirá si no te llama.
Entre tus manos quedaré indefensa,
no viviré si no es para buscarte
y cruzaré el dolor para adorarte,
pues siempre me darás tu recompensa,
que es mucho más de lo que te he pedido
y casi todo lo que habré querido.
Silvina Ocampo.
XXXI
"Los hombres corrieron por las calles del pueblo y arrancaron los letreros tan rápidamente dibujados y borraron la pintura amarilla de los tranvías, y cortaron los cordones que dividían los teatros, y descargaron los fusiles, y guardaron las cuerdas.
-Un nuevo principio para todos -Dijo Hattie, en el coche, al regresar.
-Sí -Dijo Willie al cabo de un rato-. El señor ha salvado a algunos: unos pocos aquí y unos pocos allá. Y el futuro está ahora en nuestras manos. El tiempo de la tortura ha concluido.Seremos cualquier cosa pero no tontos. Lo comprendí en seguida al oír a ese hombre. Comprendí que los blancos están ahora tan solos como lo estuvimos nosotros. No tienen casa y nosotros tampoco la teníamos. Somos iguales. Podemos empezar otra vez. Somos iguales.
Willie detuvo el coche y se quedó sentado, inmóvil, mientras Hattie hacia salir a los niños. Los niños corrieron hacia el padre.
-¿Has visto al hombre blanco? ¿Los has visto? -Gritaron.
-Si señor -dijo Willie, sentado al volante, pasándose lentamente la mano por la cara-. Me parece que hoy he visto por primera vez al hombre blanco... Lo he visto de veras, claramente."
Fragmento del cuento "El otro pie", de Ray Bradbury.
-Un nuevo principio para todos -Dijo Hattie, en el coche, al regresar.
-Sí -Dijo Willie al cabo de un rato-. El señor ha salvado a algunos: unos pocos aquí y unos pocos allá. Y el futuro está ahora en nuestras manos. El tiempo de la tortura ha concluido.Seremos cualquier cosa pero no tontos. Lo comprendí en seguida al oír a ese hombre. Comprendí que los blancos están ahora tan solos como lo estuvimos nosotros. No tienen casa y nosotros tampoco la teníamos. Somos iguales. Podemos empezar otra vez. Somos iguales.
Willie detuvo el coche y se quedó sentado, inmóvil, mientras Hattie hacia salir a los niños. Los niños corrieron hacia el padre.
-¿Has visto al hombre blanco? ¿Los has visto? -Gritaron.
-Si señor -dijo Willie, sentado al volante, pasándose lentamente la mano por la cara-. Me parece que hoy he visto por primera vez al hombre blanco... Lo he visto de veras, claramente."
Fragmento del cuento "El otro pie", de Ray Bradbury.
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Prosa
martes, 2 de octubre de 2012
No soy quien escucha...
No soy quien escucha
ese trote llovido que atraviesa mis venas.
No soy quien se pasa la lengua entre los labios,
al sentir que la boca se me llena de arena.
No soy quien espera,
enredado en mis nervios,
que las horas me acerquen el alivio del sueño,
ni el que está con mis manos, de yeso enloquecido,
mirando, entre mis huesos, las áridas paredes.
No soy yo quien escribe estas palabras huérfanas.
Oliverio Girondo.
ese trote llovido que atraviesa mis venas.
No soy quien se pasa la lengua entre los labios,
al sentir que la boca se me llena de arena.
No soy quien espera,
enredado en mis nervios,
que las horas me acerquen el alivio del sueño,
ni el que está con mis manos, de yeso enloquecido,
mirando, entre mis huesos, las áridas paredes.
No soy yo quien escribe estas palabras huérfanas.
Oliverio Girondo.
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