miércoles, 13 de febrero de 2013

La tormenta


Se dice: la tormenta es buena.
Se dice: la tormenta es mala.
Y quiere decirse muchas cosas.

Cuando yo digo: la tormenta es buena,
quiero decir: la lluvia es necesaria
y es hermoso mirarla desde una ventana.
Y quiero decir también cosas indefinidas
nombrar una alegría o un júbilo inasibles
pero quiero decir solamente:
la conocí un día lluvioso.

Cuando yo digo: la tormenta es mala
quiero decir: arruina los sembrados
los semblantes, los días
y borra y anega y entristece.
Y quiero decir también cosas indefinidas
prevenciones, sospechas
pero quiero decir solamente:
la conocí un día lluvioso.

Gianni Siccardi

domingo, 10 de febrero de 2013

XXXIII

"-¿Qué clase de infancia tuviste, Hitchcock? -dijo Clemens.
-Nunca fui joven. Lo que fui o pude ser, está muerto. Volvemos a tus puercoespines, Clemens. Gracias, no quiero que me atraviesen de parte a parte. Siempre pensé que uno muere todos los días, y que los días son como cajones, ¿comprendes?, con marbetes y todo. Y no hay que volver atrás, ni levantar la tapa, pues uno muere un par de miles de veces, y eso es un montón de cadáveres, todos con una muerte distinta, y con una expresión cada vez peor. En cada uno de esos días hay un Yo diferente, alguien a quien no conoces, o no comprendes, o no quieres comprender."


Fragmento del cuento "Una noche o una mañana cualquiera", de Ray Bradbury.

sábado, 9 de febrero de 2013

XXXII

"El señor Dickens miraba los pliegues de la capa donde Poe ocultaba las manos. Poe, sonriendo, sacó un gato negro.
-Para uno de los visitantes.
-¿Y para los otros?
Poe sonrió otra vez, complacido.
-¿El enterramiento prematuro?
-Es usted un hombre siniestro señor Poe."


Fragmento del cuento "Los desterrados", de Ray Bradbury.

miércoles, 6 de febrero de 2013

A veces te contemplo en una rama...

A veces te contemplo en una rama,
en una forma, a veces horrorosa,
en la noche, en el barro, en cualquier cosa,
mi corazón entero arde en tu llama.

Y sé que el cielo entre tus labios me ama,
que el aire forma tu perfil de diosa
de oro y de piedra, sola y orgullosa,
que nadie existirá si no te llama.

Entre tus manos quedaré indefensa,
no viviré si no es para buscarte
y cruzaré el dolor para adorarte,

pues siempre me darás tu recompensa,
que es mucho más de lo que te he pedido
y casi todo lo que habré querido.



Silvina Ocampo.

XXXI

"Los hombres corrieron por las calles del pueblo y arrancaron los letreros tan rápidamente dibujados y borraron la pintura amarilla de los tranvías, y cortaron los cordones que dividían los teatros, y descargaron los fusiles, y guardaron las cuerdas.
-Un nuevo principio para todos -Dijo Hattie, en el coche, al regresar.
-Sí -Dijo Willie al cabo de un rato-. El señor ha salvado a algunos: unos pocos aquí y unos pocos allá. Y el futuro está ahora en nuestras manos. El tiempo de la tortura ha concluido.Seremos cualquier cosa pero no tontos. Lo comprendí en seguida al oír a ese hombre. Comprendí que los blancos están ahora tan solos como lo estuvimos nosotros. No tienen casa y nosotros tampoco la teníamos. Somos iguales. Podemos empezar otra vez. Somos iguales.
Willie detuvo el coche y se quedó sentado, inmóvil, mientras Hattie hacia salir a los niños. Los niños corrieron hacia el padre.
-¿Has visto al hombre blanco? ¿Los has visto? -Gritaron.
-Si señor -dijo Willie, sentado al volante, pasándose lentamente la mano por la cara-. Me parece que hoy he visto por primera vez al hombre blanco... Lo he visto de veras, claramente."




Fragmento del cuento "El otro pie", de Ray Bradbury.