miércoles, 23 de noviembre de 2011

La ciudad sin Laura

En la ciudad callada y sola mi voz despierta una 
     profunda resonancia. 
Mientras la noche va creciendo pronuncio un 
     nombre y este nombre me acompaña. 
La soledad es poderosa pero sucumbe ante mi voz 
     enamorada. 
No puede haber nada tan fuerte como una voz 
     cuando esa voz es la del alma. 
En el sonido con que suena siento el sonido de 
     una música lejana. 
Y en la energía remota que la mueve siento el calor de
     una remota llamarada. 
Porque mi voz es una chispa de aquella hoguera 
     que eterniza lo que abrasa.
Porque mi amor es una chispa de aquella hoguera
     que eterniza lo que abrasa. 
Para poblar este desierto me basta y sobra con 
     decir una palabra. 
El dulce nombre que pronuncio para poblar este 
     desierto es el de Laura.





Fragmento del poema de Francisco Luis Bernárdez

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