martes, 4 de enero de 2011

Soneto 130

No son soles los ojos de mi amada,

Y el coral es más rojo que su boca:

No es nieve la morena piel que toca

Su cabellera endrina y acerada,

Blanca es la rosa, rosa o encarnada

Pero a ninguna su mejilla evoca;

Y un perfume mayor placer provoca

Que el soplo de su boca perfumada.

Amo su voz, aun cuando bien se sabe

Que es más dulce la música y más suave.

Y, aunque diosas no he visto caminar,

Sé que ella camina sobre el suelo.

Pero juro, con todo, por el cielo,

Que nadie se le puede comparar.



William Shakespeare


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