miércoles, 25 de marzo de 2015

Los jugadores de dados

Cuando se hizo de día, nadie se acordó de apagar la luz. Ni siquiera advirtieron que era de día. La lamparilla siguió encendida, amarillenta de insomnio. En el cuarto no había un mueble, un cuadro, una tela de araña, una salivadera, nada. Su grisura desnuda oprimía como una muerte lenta. Por una lucerna abierta en lo alto, el cielo arriesgaba, apenas, un goterón de azul reciente.
Los cuatro jugadores estaban sentados en el piso, apoyados contra cada una de las paredes. ¿Por qué tan lejos unos de otros?, es difícil de explicar, pero se me ocurre una teoría: todos estaban armados de filosos cuchillos, cada uno sabía que los demás estaban armados, de producirse una disputa, estando pegados los unos a los otros, ganaba el más traicionero. Cada uno sabía que los otros eran más traicioneros que él. La distancia igualaba las probabilidades.
Arrojaban los dados con cierta violencia automática que los rostros inmóviles no acogían. Cantaban los puntos, decían "gano" o "pierdo". Al perder -o al fingir que lo hacían, pues tanto el ganar como el perder eran fingimiento-, hacían rodar los dados y el dinero por el suelo. Los demás no alcanzaban a ver, por la distancia, los puntos que echaba el jugador. De vez en cuando alguien decía:
- Es mentira -bostezaba, hundía la mano en el bolsillo y pagaba a pesar de todo. Rebelarse era una estupidez.
En una oportunidad, sin embargo, alguien confesó espontáneamente: "pierdo".
Esta sinceridad conmovió a todos, pero no lo imitaron. Él tampoco volvió a imitarse.
En un momento determinado, alguien pensó marcharse. Hizo el recuento de su dinero, advirtió que iba en ganancia. Vio recién entonces la puerta, inexorablemente cerrada, los torvos ademanes reclamando los puñales, la prefiguración del castigo en las caras de súbito animadas. Dar el desquite era ley. Lo embargó una sombría desesperación y siguió jugando.
Rato después -años después, quizás-, otro de los jugadores también pensó en irse. Pero había perdido, debía desquitarse. La rebelión vino de adentro, esta vez. Una desesperación más negra que la de su compañero se apoderó de él, y siguió jugando.
Tal vez alguno llegó a preguntarse, con el tiempo, para qué jugaban, puesto que de un modo u otro estábales prohibido escapar, ya que si ganaban, no podrían irse nunca, y si perdían, tampoco podrían irse nunca. Cuánto había durado aquello, si era así desde siempre y si siempre seguiría siendo así, y, en último término, si valdría la pena escapar, ya que los más probable era que en cualquier otro sitio del mundo. o fuera de él, todos estuvieran haciendo, hubieran hecho y tornaran a hacer lo que ellos hacían.
Y prosiguiendo sus meditaciones, no es improbable que al pasear la vista por las cuatro paredes del cuarto, haya llegado a la conclusión de que así debía ser un dado por dentro, de que aquel cuarto era un dado y alguien estaba jugando también con ellos.


Rodolfo Walsh.

martes, 10 de marzo de 2015

Entonces concha

Si todavía un detergente lo usa sólo una mujer
Si la cerveza está a la venta sólo para levantar minas.
Si aún escuchas la frase: “a mi novio no le gusta”.
Si encendés la tele y ves un matrimonio
Que usa los beneficios de un banco

Y él resopla su descontento
Mientras ella rompe las bolas
Y se resignan a que “eso” es amor.
Si eso te da risa.
Si el mensaje es “cuidá” a tu familia dándole aspirinas.
Si es más importante lo blanca que quedó la camiseta de tu esposo.
Entonces concha.
Si las mujeres siguen haciendo el coro.
Si el “igualismo” se trata de destrozar la tarjeta del marido
Y revisar sus mensajes.
Si la confianza y los celos comienzan a ser sinónimos.
Si la igualdad se proclama ejerciendo eso mismo que condena.
Y ella debe rendir una materia más por ser mujer.
Si el genérico es “él” diferenciando un “ella”.
Si aún es puta la que coge mucho.
Entonces concha.
Si las tetas te pesan la autoestima
Y fingís orgasmos anticonflictos.
Si la que te dice no: es histérica.
Y la que te dice si: es fácil.
Si aclaras “va a haber minitas”.
Y el alfajor dice “amigos o novia, los grises no existen”
Y todos los medios le hablan a los hombres
Menos cuando de limpieza y pañales se trata.
Si usar un tampón te extirpa la mitad del cerebro.
Entonces concha.
Si creés que la amistad entre mujeres no existe
Que ellas se odian secretamente
Porque compiten por un tipo
Y si la amistad entre el hombre y la mujer es imposible
Porque en el fondo
En el fondo ¿qué?
Si “no es femenina” o si “es un macho”
O si “llora como una nena”.
Y la Barbie sigue con tetas de silicona yankee.
Y la prostitución se apaña como la profesión más vieja del mundo
Entonces concha
Si las mujeres logran posiciones de poder
Pero en el fondo se sabe, son más hijas de puta
Hijas de puta
Hijas de puta
Hijas de puta
Si el hijo es la cadena con la que atar al que no te quiere
Mientras la violación es un secreto que avergüenza a la víctima,
Porque:
“Por algo será”
Si tu cuerpo es el cuerpo de la Iglesia
Y temes dejar todo
Y viajar sola hacia tu propio camino
Si sufrís esperando un príncipe.
Si insistís creyendo en la princesa.
Entonces concha
Si las lesbianas te calientan porque pensás
que en el fondo quieren un macho.
Si te da miedo agarrar un destornillador.
Y ser buen padre es “ayudar” con ése bebé.
Si ganaste un máster en resignación
ante los “piropos” callejeros
Y te sentís elogiada porque te dicen
que aún “estás buena” y “además”
Sos inteligente
Entonces concha.
Mientras avanza todo y todo avanza
Y todo progresa en la superficie
Abajo se baila lo mismo
La fiesta de las tradiciones petrificadas
Y el parto es un milagro que muchos prefieren burlar.
Y tener un hijo “complica todo”.
Concha.
Entonces concha
Hasta que la libertad
Nos haga subir escalones
Entonces concha
Hasta que tu risa se confunda
Con mi risa
Entonces concha
Hasta que el enojo se vuelva
Paz. 


Luz García.