Esto es lo que sucede: el joven paseante siente de pronto que lo besan en la boca. Sin embargo, no ve a nadie. Este beso es el último que recibirá en su vida.
Las viejas dicen que una Dama Invisible prodiga los besos de clausura.
Las personas instruidas prefieren imaginar un beso suelto.
Los muchachos timoratos se tapan la boca con pañuelos y bufandas.
Unos vivillos del barrio pretenden haber descubierto un contrahechizo que consiste en besar inmediatamente a una mujer de carne y hueso.
Los mozos arremetedores recorren la calle Bacacay, fingen ser besados y se abalanzan sobre las niñas más cercanas en busca de un beso redentor.
Por cierto, ninguna se niega.
Alejandro Dolina. Extraído del libro "Crónicas del Ángel Gris".